EXCESOS...
Ambiguo parece ser el significado de esta palabra en el Cauca y en
Colombia en general, los medios de comunicación proliferan a gran escala, los
“excesos” que las comunidades indígenas han tenido en contra las fuerzas
militares del ejército. Sin embargo, no se visibilizan de igual manera, los
excesos que la fuerza pública ha tenido contra los civiles durante
manifestaciones en defensa de sus derechos. Pero, porque no pensar que la
problemática del Cauca, va mas allá de los “excesos” y el tira y afloje del
gobierno, la fuerza pública y los indígenas alrededor de su territorio y los
recursos que reciben o no? no es que las comunidades indígenas se contradigan
pidiendo la presencia del Estado en materia económica y rehúsen a la presencia
de la fuerza pública por otra. El Estado debe garantizar la seguridad integral
de los ciudadanos, pero en ese territorio se han excedido en fuerza pública y
de lo otro, de los compromisos adquiridos, nada de nada. No desconozco la
soberanía del Estado en ningún momento, pero si sé a ciencia cierta, que la
comunidad corre un riesgo inminente cuando la fuerza pública se instala en
medio de los caseríos, es casi que poner a la gente como escudos humanos. Ahora
bien, la problemática de violencia en el Cauca, trasciende contextos
históricos, políticos, sociales y económicos de vieja data, en esa zona del departamento, la
presencia de los actores armados legales e ilegales es una constante del
devenir histórico al ser un corredor estratégico para diferentes actividades
ilícitas, además de ser un puente de comunicación importante hacia diferentes
departamentos. La histórica lucha de las comunidades indígenas por defender su
territorio, su dignidad y su autonomía, antes de ser un escándalo nacional,
debería ser un ejemplo: pues hasta el momento, en Colombia suceden cosas,
“excesos” de verdad aterradores de la fuerza pública, del Gobierno, de los
ministros, de la justicia, de la injusticia, de los actores armados al margen
de la Ley, en fin, de muchas cosas, pero ante esto, nadie dice nada, no existe
el mas mínimo espíritu de solidaridad y organización para hacer que las cosas
sean diferentes, esta gente en cambio, se organizan para tomar la decisión de
desalojar los representantes de la violencia de sus territorios, y lo hacen, se
enfrentan, ponen el pecho e incluso sus vidas, por cambiar su historia. A caso
no es la tranquilidad un derecho? Al
país, le ha quedado grande la tranquilidad, le ha quedado grande la justicia,
le ha quedado grande la salud, la educación. La solución no es responder con
violencia, acusando a las comunidades de ser guerrilleros, matando a sus
miembros, se debe buscar salidas blancas al problema, antes que por
negligencia, torpeza o simplemente porque si, termine ocurriendo un
desafortunado genocidio.
Por. Alejandra Guzman
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